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Articulo fecha 26 Abril 2008

                                   Podadera, mito sobre ruedas

Aníbal, Buomo o Tron son proyectos de este diseñador de raíces andaluzas

"Hay que tener fe e ilusión en lo que haces". Esta fue la máxima que siguió el diseñador Francisco Podadera para recoger sus bártulos y emprender en Motril una de las más desconocidas iniciativas empresariales de Andalucía: fabricar el Aníbal F100, un deportivo sobre la base del Seat Ibiza.

Corría el año 1990. Podadera, de raíces malagueñas, era ya una figura de la automoción, con diseños como el Pegaso Solo, un camión futurista cuyo prototipo deslumbró en los salones internacionales. Volkswagen acababa de comprar Seat y decidió cancelar el proyecto Ibiza Raider, diseñado por Podadera, al no casar con la imagen de marca económica que quería dar a la firma. "Decidí seguir con una marca propia, y volví a Andalucía, donde me apoyó el IFA", recuerda Podadera. "En Motril me ofrecieron naves a cambio de contratar discapacitados", narra. Con 17 trabajadores, Podadera ejerció de ingeniero y empresario, "algo para lo que no estaba preparado". "Tuvimos problemas de suministro y fue un desastre económico", lamenta. En 1992, liquidó la empresa tras vender medio centenar de coches. "El último Aníbal se expuso en el pabellón de Andalucía de la Expo", recuerda.

El fracaso del Aníbal, que se ha convertido en un coche de culto, provocó que se centrara en la docencia y en sus lápices. Años más tarde, creó el Buomo, un microcoche eléctrico para minusválidos diseñado inicialmente para Santa Bárbara. Promi acogió un proyecto que se había quedado huérfano y anunció su fabricación en Espiel (Córdoba). "Pero el final no fue el que esperábamos", relata. Podadera se desvinculó del proyecto, y Promi continuó en solitario. La aventura concluyó en un sonado fiasco económico y laboral. Las instalaciones fueron vendidas a Resa y ahora fabrican andamios.

Sin embargo, decidió quedarse en Córdoba, donde trabaja en una nueva idea: el Tron, un quad que contará con motor eléctrico y de gasolina con capital íntegramente cordobés. Las primeras unidades ya circulan en pruebas por la

ciudad, con el objetivo de comercializarlo este mismo año.

Entrevista 19 Marzo 1985

   Francisco Podadera.

 

Diseñador industrial en el campo del automóvil, considera su profesión "peligrosamente atractiva"

El azar y los últimos coletazos colonialistas de España contribuyeron a, que Francisco Podadera naciera en Tetuán. En aquel año -1952-, su padre, de origen malagueño, era el comisario de policía de la plaza. Al desaparecer el protectorado español, los Podadera se trasladaron a Ceuta, donde Francisco vivió sus años de colegio. El bachillerato lo hizo en Barcelona, y la carrera de ingeniero aeronáutico, en Madrid. En 1982, una beca del Ministerio de Cultura le permitió trasladarse al Art Center de California para estudiar diseño industrial

MadridFue un duro exilio ese año en California. "Añoraba mucho a mi país, a pesar de estar totalmente integrado en el ambiente profesional". Antes de marcharse, sin embargo, Francisco Podadera arrastraba el desarraigo existencial de los trotamundos, y su infancia marroquí, alejada de su cultura natural, flotaba aún en su cara. Madrid le parecía entonces una ciudad inhóspita a este ingeniero de tendencia ecologistas que suele beber mosto aunque no desprecia un buen vino en las comidas. Pero "después de convivir con la civilización del plástico, y de tener por vecinos a los grandes emporios de la industria armamentística, me encanta poder saborear una sopa castellana"Reconciliado con Madrid, ahora alterna sus clases en Bellas Artes con el diseño, "una profesión peligrosamente atractiva que te posee en todos los sentidos, hasta el punto de que tengo que hacer paradas, porque mi vida personal es más importante que la profesional". En fechas próximas, Lambretta comercializará uno de sus más ingeniosos inventos: la moto con dos ruedas traseras, más segura que la actual. Seat también ha entrado en tratos con él, pero Podadera no desea depender en exclusiva de una empresa ni sujetarse a horarios. Independiente, bohemio y reflexivo, Francisco Podadera vive cotidiamente un pulso particular entre "mi mundo personal y el diseño, que, cuando lo privado no es muy gratificante, me absorbe, pero lo que quiero realmente es vivir".

De mirada algo atormentada, quizá por fantasiosa, da la impresión de ser uno de esos impenitentes soñadores que guardan un paraíso particular en su imaginación. Pero, por lo mismo, con el suficiente optimismo para sentir la felicidad a través de un reconfortante caldo de consomé. De ahí esa dicotomía, que él procura convertir en síntesis, entre su pasión por la técnica -"maravillosa, pero absurda si va contra el hombre"- y su inclinación humanística.

"El mito de Leonardo me fascina". Pronto empezará un curso de pilotaje de aviones ultraligeros, algo que no pudo hacer de joven por dificultades económicas. "Me pasé la adolescencia en casa, hurgando entre los libros de pintura de mi padre,- que es quien me enseñó a dibujar, y leyendo a Julio Verne". La influencia de Verne ha sido decisiva: a los 15 años ya diseñaba dirigibles y aviones, los artilugios que realmente le fascinan, "y los que me han llevado al automóvil". Aunque su verdadero sueño profesional sería diseñar aviones, "un campo aún más incipiente en España que el todavía frágil mundo del diseño automovilístico".

"Suelo definirme como premoderno para no tener que explicar qué es ser posmoderno, un concepto claro en arquitectura, pero muy contradictorio en otros campos,". De tendencias un poco ácratas, Podadera no se deja guiar solamente por las etiquetas: "Me dice poco un señor de izquierdas que vive como si fuera de derechas, o un progre que mantiene una doble vida

aféctiva, como los viejos machistas". Aunque él también reconoce sus contradicciones: odia las computadoras, pero

hace poco aceptó un trabajo para una empresa de ordenadores.

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